Hemorroides. Como prevenirlas y tratarlas

Las hemorroides, popularmente conocidas también como almorranas, son tan antiguas como el ser humano, estando descritas en textos de viejas civilizaciones. A lo largo de la historia no solo han marcado el devenir de las personas, ya fuesen modestas o influyentes, sino también el destino de algún imperio. Y si no que se lo digan al famoso Napoleón, acusado por algunos de haber sido derrotado en la decisiva batalla de Waterloo precisamente por un problema hemorroidal.  

Esta enfermedad no entiende de género ni de raza, aunque sí suele respetarnos en las etapas más tempranas de nuestro desarrollo. Si no hemos tenido la “fortuna” de padecerlas, seguro que conocemos a alguien cercano que las ha sufrido y que cuenta maravillas sobre ellas. En cualquier caso, esperamos que también os haya llegado el rumor de que tras tantos siglos de sufrimiento, la medicina no se ha quedado atrás. Como bien decían los anuncios de televisión, ya no hay que sufrir en silencio.

napoleon hemorroides

Llegados a este punto, esperamos haber despertado vuestra curiosidad lo suficiente como para querer saber más sobre las hemorroides. Vamos a resolver cualquier duda relacionada con estas, descubriros remedios tradicionales y otros más modernos. Además, como siempre, intentaremos transmitiros las mejores recomendaciones para prevenirlas y cuidar vuestra salud en el día a día.

¿Qué son las hemorroides?

El término hemorroides se ha relacionado directamente con una enfermedad, aunque en realidad hace referencia a varias estructuras vasculares del cuerpo humano. En concreto, a los vasos sanguíneos que proceden del llamado plexo hemorroidal y que se sitúan alrededor del ano. Estos, en condiciones normales, participan la recogida de sangre (actuando como venas) y parcialmente en el mantenimiento de la presión de los esfínteres.

Cuando todo funciona correctamente apenas les prestamos atención y hasta es probable que desconozcamos su existencia. Sin embargo, cuando estos vasos se inflaman aparece realmente el problema, pudiendo llegar a convertirse en nuestra peor pesadilla. En base a esto, aunque deberíamos decir enfermedad hemorroidal, simplemente hablamos de hemorroides o almorranas para simplificar.  

Una vez aclarado este punto, vamos a pasar a comentar los dos tipos de hemorroides que existen. Según su posición tenemos las internas, localizadas en el recto por encima del margen anal, y las externas, que quedarían por debajo de este. Lo más frecuente es que ambas existan de forma simultánea, refiriéndonos a ellas como hemorroides mixtas, aunque también pueden aparecer aisladas.

Anatomia hemorroides

Por último, las hemorroides internas se pueden clasificar en función de su tamaño. Esto nos sirve para valorar la gravedad y elegir el mejor tratamiento.

  • I) Si están inflamadas, pero no salen a través del canal anal.
  • II) Cuando están inflamadas y salen por el ano al defecar o al realizar un esfuerzo, aunque después se vuelven a meter.
  • III) Similar al anterior, aunque en este caso no se introducen por sí mismas y tenemos que ayudarlas manualmente.
  • IV) Cuando se quedan en el exterior y no hay forma de volver a introducirlas.

¿Por qué aparecen las hemorroides?

El mecanismo por el que se producen las hemorroides no está completamente claro, existiendo distintas hipótesis. Entre ellas, la más aceptada dice que debido a una presión prolongada se alteraría el retorno venoso de la zona, favoreciendo la dilatación hemorroidal.

Las causas que se han relacionado con este cambio son diversas y tienen una relación estrecha con los hábitos de vida. Por ejemplo, la mayoría se asocian con nuestro ritmo intestinal y la facilidad o dificultad que tengamos para ir al servicio. Entre los más importantes estarían los siguientes.

  • El estreñimiento o la diarrea
  • Una dieta baja en fibra, aunque esto también se relaciona con un mayor riesgo de estreñimiento.
  • El debilitamiento de los tejidos del suelo pélvico que se produce al envejecer o en el embarazo. En este último además aumenta también la presión abdominal.
  • Pasar mucho tiempo sentado en el váter.
  • La obesidad.
  • Trabajar levantando objetos pesados con frecuencia.
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¿Qué síntomas provocan las hemorroides?

Hasta en un 40% de pacientes las hemorroides no producen ningún síntoma, siendo difícil detectar su presencia. Respecto al resto de casos, la presentación clínica suele depender en gran parte del tamaño de las hemorroides o de la existencia de complicaciones.

El sangrado hemorroidal es una de las alteraciones más características. Por lo general es indoloro y suele asociarse a la defecación, siendo típico que aparezcan restos de sangre roja en las heces, en la taza del váter o al pasar un papel por el ano. Esto es muy llamativo y suele generar bastante preocupación. No obstante, la buena noticia es que salvo en hemorragias importantes o en aquellos con pérdidas crónicas, es muy raro que se acabe desarrollando anemia.

Otros síntomas frecuentes son el picor y el dolor, especialmente en las hemorroides externas. Esto se ha relacionado con una mayor presencia de nervios en la piel que las recubre. Así mismo puede aparecer sensación de ocupación a nivel rectal, dando la impresión de que no conseguimos eliminar correctamente las deposiciones.

sintomas hemorroides

Respecto a las complicaciones, si el dolor aparece repentinamente, es intenso y se palpa algún bulto duro, deberemos pensar que se ha formado un trombo. Esta situación debe ser valorada lo antes posible por un médico. 

¿Cómo se diagnostican las hemorroides?

Las hemorroides se pueden diagnosticar al verlas directamente o bien si el cuadro clínico es sugestivo. Respecto a las pruebas que debemos realizar, la inicial y más importante debe ser el tacto rectal. En este procedimiento el paciente se debe colocar tumbado de lado en una camilla con las piernas flexionadas hacia el abdomen. En primer lugar, se valora la zona alrededor del ano para descartar cualquier alteración, como una fisura anal, o incluso ver directamente la hemorroide. Posteriormente y tras aplicar abundante lubricación (preferiblemente una que incorpore alguna sustancia anestésica), se introduce un dedo en el recto para valorar la presencia de masas o bultos. Este procedimiento es rápido, sencillo y proporciona información muy importante.

Si a pesar de esto seguimos sin tener claro el diagnóstico de hemorroides, deberemos plantearnos las siguientes exploraciones.

  • Anoscopia: en esta prueba se emplea un dispositivo que se introduce por el ano para valorar posibles lesiones a ese nivel. Tiene forma de tubo y cuenta con una luz y un sistema de visualización. La exploración no es dolorosa aunque sí puede resultar molesta, por lo que es importante estar relajados todo lo que podamos durante la misma.
  • Colonoscopia: nos permite estudiar todo el colon o solo la parte final del mismo (rectoscopia). Debemos plantearla en todo paciente mayor de 50 años para descartar otras alteraciones a ese nivel que pueden provocar síntomas parecidos, como el cáncer de colon o los pólipos.
hemorroides colonoscopia

¿Cómo se tratan las hemorroides?

El motivo más frecuente por el que aparecen las hemorroides son las alteraciones de nuestros hábitos de vida. Partiendo de esta base, el tratamiento inicial que recomendamos consiste precisamente en modificarlos y mejorarlos. Para ello debemos centrarnos en aspectos como la dieta, el tiempo que pasamos en el servicio o nuestras posturas. También puede ser necesario emplear algún fármaco si los síntomas son muy marcados o si no mejoramos con las medidas conservadoras. Por otra parte, dependiendo de la evolución y la gravedad, es posible que sea necesario recurrir a la cirugía.

Dieta y hábitos de vida

Una dieta ideal que nos ayude a prevenir la aparición de las hemorroides debe incluir una cantidad suficiente de fibra y agua. Serían necesario ingerir al menos entre 20 – 30 gramos de fibra y unos 1,5 – 2 litros de agua cada día. Con ello buscamos prevenir el estreñimiento, consiguiendo que las deposiciones sean más blandas y frecuentes. De esta forma evitaremos el roce excesivo, así como hacer esfuerzos que al final favorecen el desarrollo de las hemorroides. Sin embargo, el milagro de hacer las cosas bien no es inminente y se debe tener algo de paciencia, dado que podemos tardar hasta 6 semanas en obtener beneficios.

Fibra alimentos

Si no es posible aumentar la cantidad de fibra en la dieta a través de los alimentos, se pueden utilizar suplementos de fibra. Los más frecuentes son el psyllium o plantago ovata (plantaben), el salvado de trigo y la metilcelulosa.

Respecto a los alimentos a evitar debemos destacar las comidas grasas y el alcohol, que favorecen el estreñimiento, además de enfermedades como el hígado graso. Por el contrario, en contra de las creencias populares, el picante no favorece la aparición de las hemorroides.

En cuanto a la actividad física debemos recomendar realizar algo de ejercicio diario, aunque sea caminar. Así mismo es importante no pasar mucho tiempo sentados en la taza del váter, evitando malas costumbres como ponernos a leer y no centrarnos en lo que estamos haciendo. También es fundamental limpiarnos correctamente intentando evitar un roce excesivo. Para esto es útil emplear toallitas húmedas, agua y papel o las famosas mangueritas que tienen algunos servicios.

Baños de asiento

Los baños de asiento sirven para aliviar los síntomas producidos por las hemorroides. Es un remedio casero, sencillo y efectivo, que se viene aplicando desde hace siglos con bastante buen resultado. Para ello debemos sentarnos en un bidé, palangana o barreño, que previamente hayamos llenado con agua templada. La sesión debe durar unos 5 minutos, pudiendo realizarse entre 2-3 veces al día. El único inconveniente es que el alivio suele ser temporal, con la ventaja de ser complementario al resto de medidas.

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Medicamentos

Los medicamentos se utilizan cuando no hemos respondido al tratamiento conservador o la clínica es muy marcada. Dentro de ellos tenemos distintas formas dependiendo de su composición y aplicación.

Pomadas analgésicas y corticoides: ayudan a aliviar rápidamente los síntomas, aunque, tienen el inconveniente de no poder usarse durante más de una semana para evitar efectos adversos. Se pueden aplicar cada 12 o 24 horas, tanto en hemorroides internas como en externas. Antes de esto es recomendable haber limpiado la zona correctamente, empleando agua tibia y jabón. Por ejemplo, entre los más empleados tenemos el Synalar rectal.

Agentes venodilatadores: se emplean con mucha frecuencia en Europa y Asia, aunque no están aprobados en Estados Unidos. De hecho, en nuestro medio se prefieren antes que los corticoides. Están indicados en caso de inflamación aguda o hemorragia, tanto en hemorroides externas como en internas. Para su aplicación, al igual que con los anteriores, es necesario haber limpiado la zona previamente. Dentro de los que recetamos con mayor frecuencia tenemos el Ruscus. Inicialmente se puede administrar entre 2-4 veces al día y una vez superada la crisis entre 1-2 veces los siguientes 4-5 días.

Agentes antiespasmódicos: suelen contener nitroglicerina. Se utilizan en caso de que las hemorroides asocien un espasmo del esfínter, que puede llegar a ser muy doloroso. Uno de sus efectos adversos más típicos es el dolor de cabeza.

pomada rectal

Cirugía de las hemorroides

Se plantea cuando se han probado varios tratamientos sin conseguir que el cuadro mejore. El tratamiento elegido dependerá del tipo de hemorroides y de la gravedad de las mismas. Los más sencillos se pueden realizar en la propia consulta, mientras que los más complejos se harán en un quirófano. Dentro de las técnicas disponibles encontramos las siguientes opciones.

Ligadura con bandas elásticas

Como su nombre indica, este tratamiento consiste en la colocación de gomas alrededor de las hemorroides con el fin de estrangularlas. Es rápido, sencillo, económico y con pocas complicaciones, habiéndose convertido en el tratamiento de elección para las hemorroides internas de grado I, II y III. Se puede realizar en la propia consulta y no precisa el uso de anestesia.

Por el contrario, su uso está contraindicado en hemorroides externas, mixtas y en las en las internas de grado IV. Tampoco se debe emplear en pacientes con riesgo de hemorragia, ya sea por una enfermedad o porque tomen anticoagulantes, debido al riesgo aumentado de sangrado.

ligadura bandas hemorroides

Escleroterapia

La escleroterapia consiste en la inyección de distintas sustancias alrededor de las hemorroides, con el fin de producir una reacción inflamatoria que reduzca su tamaño. De nuevo, se puede realizar en la consulta sin necesidad de aplicar anestésicos. Comparado con la ligadura, tiene menor riesgo de sangrado, aunque es más fácil que las hemorroides vuelvan a aparecer. Tiene utilidad en las hemorroides internas de grado I y II, especialmente en los pacientes con riesgo de hemorragia. Su principal efecto adverso es el dolor.

Coagulación infrarroja

Este tipo de tratamiento emplea una luz infrarroja sobre las hemorroides para reducir su tamaño. Es una técnica muy novedosa y cara, por lo que su disponibilidad es muy escasa, siendo extremadamente raro que lo ofrezca la sanidad pública. Estaría indicado en pacientes con hemorroides internas sangrantes de grado I y II. Si lo comparamos con las bandas, tiene menor riesgo de complicaciones y produce menos molestias, aunque es más fácil que las hemorroides reaparezcan. 

Hemorroidectomía

En un 10% de los casos la única opción de tratamiento acaba siendo la cirugía pura y dura, es decir, en quirófano y con anestesia. Estaría indicado cuando han fracasado otras medidas, si hay una trombosis recurrente o severa, o si existen otras lesiones que precisan cirugía. En cuanto a las contraindicaciones, estas son raras y relativas, relacionadas principalmente con problemas anestésicos.

La técnica más empleada es la hemorroidectomía, cuyo objetivo es eliminar el tejido hemorroidal inflamado conservando el resto de funciones del ano. Con ella se obtienen muy buenos resultados a largo plazo, siendo rara la aparición de complicaciones. Tras la intervención es típico que aparezca dolor en la zona, que se debe manejar con analgesia y baños de asiento.  

Por último, debemos prestar especial atención a los cuidados tras el procedimiento, manteniendo las heridas limpias, separadas y aplicando pomadas cicatrizantes. Además se deben emplear supositorios o bien realizar un tacto rectal al menos 2 veces al día para prevenir el cierre del canal anal (estenosis).

Hemorroides en el embarazo

Las hemorroides sintomáticas solo aparecen en un 25 – 35% de las embarazadas, especialmente en el último trimestre y en el postparto. Para su tratamiento es suficiente con emplear medidas conservadoras, intentando prevenir el estreñimiento, dado que la mayoría mejoran tras dar a luz. La cirugía quedaría reservada para casos muy graves, como una trombosis extensa o una hemorragia importante.

Nuestro consejo

Las hemorroides son al ser humano lo que el ser humano a las hemorroides, no podemos vivir el uno sin el otro. Sin embargo esto ni significa que las vayamos a padecer obligatoriamente a lo largo de nuestra vida. Incluso es posible que las tengamos y ni siquiera nos demos cuenta. Con un estilo de vida adecuado y cuidándonos un poco es más que probable que nunca nos tengamos que lamentar de su presencia.

Por el contrario, si a pesar de seguir las indicaciones correctamente desarrollamos hemorroides o bien no logramos hacerlas desaparecer, debemos estar tranquilos. Gracias a los tratamientos actuales el panorama ha cambiado significativamente y seguro que sigue mejorando en las próximas décadas con la aparición de nuevas técnicas.

Fuentes

Still a Case of “No Pain, No Gain”? An Updated and Critical Review of the Pathogenesis, Diagnosis, and Management Options for Hemorrhoids in 2020. Annal of Coloproctology. Junio 2020.

The American Society of Colon and Rectal Surgeons Clinical Practice Guidelines for the Management of Hemorrhoids. Diseases of the Colon & Rectum. Marzo 2018.

Consensus statement of the Italian society of colorectal surgery (SICCR): management and treatment of hemorrhoidal disease. Techniques in Coloproctology. Enero 2020.

Clinical practice. Hemorrhoids. New England Journal of Medicine. Septiembre 2014.

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